BCCPAM000540-5-09000000000000

MAA A o E REA 288 Otras veces te he dicho, citando la Escritura Santa, que nuestra vida es una lucha continua sobre la tie- rra; y como siesto no fuera verdad, Ó como si esa verdad la hubieras olvidado, ¿quieres ahora acuarte- lar tus tropas, cual si estuviéramos en tiempo de paz dejando al enemigo que campée á su placer y haga estragos en tu alma, destruyendo en ella el reino de Jesucristo? Los soldados que militan bajo la bandera de este Rey de los siglos se dividen en tres clases: hay unos que conociendo la posición que ocupan en el ejército cristiano, pelean con valor, vencen al demo- nio, triunfan del mundo y sus halagos seductores, do- man sus pasiones y no dan treguas al enemigo hasta verlo rendido á sus pies; y estos que así combaten por la gloria de Dios y por la santificación de sus almas, son los justos y los santos. Otros hay que cobarde» mente se dejan vencer, caen prisioneros en poder del enemigo, y arrastran la ominosa cadena dela esclayi- tud, ó forman parte en las filas de Satanás; y estos son los pecadores y los que, no contentos con pecar ellos, son causa de que otros pequen y se pierdan. Entre dos extremos hay un medio bastante numeroso, al cual pertenecen las almas que batallan un poco con sus tres capitales enemigos; pero que, al sentirse fati- gadas, dejan el combate, sueltan las armas y se acues- tan á descansar para volver luego á la lucha, y otra vez de la lucha al descanso, perdiendo ahora el terre- no que antes ganaron; y á este número pertenecen las almas perezosas y tibias, que pasan la vida en prome- ter y no cumplir, en hacer resoluciones y quebran- tarlas, en tejer y destejer el hilo de la vida espiritual, como si esta fuera un juego de niños. Clasificados así los soldados de Cristo, permiteme, amada Teófila, que te pregunte: ¿A cual de esos tres grupos quieres tú pertenecer? ¿Eres por dicha tuya, de las almas fervorosas, despreciadoras del mundo, que no perdonan sacrificio alguno para llegar cuan- to antes á la cima de lasantidad? Tú misma me dices