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go en su verdadero y recto sentido, que es el teológico, y poreso no me extraña que tú también te hayas formado de esa virtud el obscuro y errado concepto, que yo quisiera aclarar y corregir con la presente carta. Hay quien entiende por devoción el rezaxzú orar mucho; hay quien cree que la devoción es la suavidad interior ó el entusiasmo quese siente en una fiesta religiosa; hay quien tiene por devoción el frecuentar lás iglesias, los hospitales y casas de bene- ficencia; hay quien piensa que le devoción es esa agradable impresión que se experimenta á vista de un templo magnífico, de un altar bien adornado, de una pinturaó imágen piadosa, ó bien escuchandocon gusto un sermón predicado cón apostólicocelo. Y na- da de esto, ni de mucho más que pudiera decirte, es devoción verdadera; todo esto noes más que la mone- da falsa dela devoción, su sombra, ó6 un accidente que nada tiene que ver con la esencia de esa virtud. Esta confusión en el lenguaje hace mucho daño á la Reli- gión, porque el mundo malvado seaprovecha de ella, para perseguir con sus críticas mordaces y sus burlas insensatas á la devoción verdadera, tomando pretexto para ello de las muchas devociones falsas, sentimen- tales y vanas que se ven en personas, al parecer de- votas. Por eso es de la mayor importancia esclarecer este punto y saber en qué consiste la verdadera de- voción; Esta, según el Angélico Doctor, es cierta inclina- ción, prontitud ó agilidad del alma, para hacer con diligencia todo lo que toca al servicio de Dios. No es, pues, la deyoción, como muchos se figuran, cuestión de estática, sensibilidad ó gusto, ni consiste en las prácticas piadosas, sean cuales fueren; sino en la pron- ta decisión y aliento de la voluntad para entregarse al servicio divino. Esta esla devoción ¡verdadera, la deyoción substancial, que, cuando es habitual en el alma, la llena de alegría interior, de mansedumbre santa y de fervor espiritual. Hay otra devoción, CARTAS Á TBÓFILA 19

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