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267 merecerlos y recibirlos, es tenerse uno por indigno de esos favores celestiales. Mas de las otras mercedes ex- traordinarias que nombré al principio, te digo que, aunque no es malo desearlas, es muy peligroso; y el procurarlas no sólo es peligroso, sino también malo y muy expuesto á ilusiones diabólicas y engaños del demonio. Con esto dejo contestada tu última pregun- ta; y aunque es mucho lo que sobre este asunto hay que decir, suspendo por hoy mi tarea, deseáíndote las bendiciones de dulzura con que Dios regala á las al- mas fervorosas. Adiós, pues, y no dejes de rogar por tu afectísimo Padre, Fr. ÁMBROSIO.

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