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ON PGE A dl 230 lectura espiritual, y la dejan á un lado, á pesar de que no habían de emplear en ella ni la cuarta parte del tiempo que han gastado en leer periódicos ó re- vistas, Necesitan despachar un expediente interesan- te, y lo dejan intacto, por escribir una carta inne- cesaria. Dicen que no tienen cabeza para hacer un cuarto de hora de oración, y pasan media hora deya- nándose los sesos por sacar una charada ó adivinar un rompecabezas. ¡Cuántas almas de estas hay en el vulgo devoto! Y con esa ociosidad, ó con esa inutili- dad que es lo mismo, ¿quiéren llegar á la perfección y aprender á ser santas? ¡Ilusiones! que por ese cami- no, donde se llega es á la disipación, y lo que se aprende es la maldad. Así lo afirma el Espíritu Santo cuando dice: Muchas maldades enseñó siem- pre la ociosidad (1). Por tanto, Teófila mía, ¡fuera ociosidad! ¡fuera pe- reza y ocupaciones inútiles que disipan el espíritu! Menos visitas, más recogimiento, constancia en las prácticas de piedad aprobadas por tu confesor, y así caminarás segura, sin declinar á la diestra ni á la siniestra, para no caer en la ociosidad, ni estrellarte contra este escollo por librarte del primero. ¡Animo, pues! que la perfección es difícil, pero no imposible, y con un poco de buena voluntad y Otro poco de vigilanci la sobre tí misma, llegarás, ayudada de la gracia, á ser tan buena, como desea tu afectísimo Padre, Fr. AMBROSIO. (1) Eccli., xxxur, 29,
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