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XXXII La pereza y ociosidad espiritual: caracteres que revisten: estragos que causan en el vulgo devoto. amada Teófila: Era muy peligrosa, según cuentan los antiguos, la travesía del estrecho de Mesina, por haber en él dos grandes esco- llos, tan cercanos entre sí, que cuando el navegante inexperto quería huir de uno, iba de lleno á estrellar- se contra el otro, y por librarse de Escala, venía á quedar sepultado en Caribdis. Esto mismo suele acon- tecer á las almas que navegan por el mar agitado de la vida humana, que huyendo inconsideradamente de un peligro, van á caer en otro. Ya te he dicho otras veces que los extremos se tocan, que todo extremo es vicioso, y que sólo en un buen medio consiste la vir- tud. Por eso no me gusta el nuevo rumbo que has tomado, pues es fácil que, por huir de las demasiadas ocupaciones, vengas á dar en el otro extremo de la pereza y ociosidad de espíritu. Dícesme que lasdoctrinas, consejos y advertencias de mi última te han puesto en tanto aprieto, que has resuelto dejar la vida tan activa que traías, para en- «cerrarte en tu casa y no pensar más que en rezar, leer y orar, á ver si así evitas los peligros que tanto