BCCPAM000540-5-09000000000000

213 y un dolor que no me hacen temer de mis culpas pasadas, sino más bien me aseguran de que todos mis cados están borrados; y á pesar de eso, me veo obligada á pedir á Dios continuamente el perdón de esas culpas, dirigiéndome á mí misma una mirada reprensiva. Cada una de estas cosas y todas ellas jun- tas es lo que yo siento en mi alma, y estoy segura que eso me lo dice todo, y que no basta para dar una idea de lo que me pasa, á quien no lo sepa por expe- riencia propia. »Los caracteres deesa pena interiorson tan opues- tos, que parecen una contradicción viviente. Estos son amargura y suavidad, constancia y tranquilidad. Amargura, porque no me cabe duda que yo padezco y sufro interiormente con esa pena que siento; pero es un padecer tan suave, que aunque pudiera, no me lo quitaría de encima. Y es constante; me sigue á todas partes: lo tengo siempre, sin excepbuar el sueño. pues muchas veces me despierto con eso, aunque al pronto no sé clasificar si aquello es fervor, ó amor de Dios, ó esa pena y ese dolor de que le voy hablando. Y, por último, es tranquilo; suaviza mis amarguras, acalla los ruidos del mundo, y más bien tranquiliza que turba mi corazón. ¿Qué será esto? ¿Sará una de las ilusiones con que el demonio pretende engañar á las almas en la vida espiritual? ¿Será un don de Dios que yo no sabré apreciar dignamente? Vea V., pa- dre mío, cómo estoy, y compadézcase de esta pobre alma; perdone mis impertinencias, y no deje de ilus- trarme sobre el particular.» Pues ante todo te digo, que si esas cosas son como tú las pintas, no tienes en este caso por qué temer las astucias del demonio, sino mucho por qué dar gra- cias á Dios, pues lo que te pasa es ciertamente un gran beneficio desu mano generosa. Yo, aunque no ignoro ni desconozco por completo esa cosa interior de que tú me hablas, no me atrevo á decirte cómo se llama, porque no sé si tiene nombre en los libros

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz