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2 que te vas volviendo melancólica, y haciéndote pesa- da á ti misma y á los demás, por cuyo motivo te sien- tes tentada á dejar el penoso camino de la perfección cristiana. Sólo te detiene, según .me dices, el pensa- miento de ser ingrata al dulcísimo Jesús, laconsidera- ción de que estas sequedades y penas interiores no se- rán tal yez más que nna prueba dura y prolongada, y sobre todo, el temor de dar en el fatal extremo en que dan generalmente las almas que dejan la vida devota, escandalizando al mundo y sirviendo de lazo al enemigo para coger otras almas.» Fluctuando, pues, entre el temor y la esperanza y sumergida en un mar de sequedades y confusiones, me pides que te tienda una mano bienhechora, y no te deje naufra- gar entre las furiosas olas que interiormente te com- baten. Me suplicas que te dé instrucciones oportunas; que te diga francamente lo que pienso acerca de la vida espiritual; qué concepto me he formado de los ocultos caminos por donde se lleva á la perfección cristiana; hasta qué punto de esa perfección puede aspirar un alma entre las distracciones y negocios del mundo; y, por último, que debes hacer para alcanzarlo. Todo esto y mucho más quieres, mi cara Teófila, que te diga, añadiéndo, «que tal vez de este modo se disipen las tinieblas de tu entendimiento, cese la ruda tor- menta que sufres, y, lograda la apetecida calma, vuel- vas á emprender con gozo el camino que te ves obli- gada á dejar por el fastidio y cansancio que experi- mentas.» Gran tarea me espera, si he de cumplir tus deseos con la exactitud que el asunto merece; empresa ardua es por cierto la de querer satisfacer tus justas exi- gencias; pero se interesan en ello la gloria de Dios y tu aprovechamiento espiritual; y esto me oblig: á poner manos á la obra, arrostrando las dificultades que se me presenten, que no serán pocas. Cuando no pueda más, desistiré de mi empresa, y descansaré