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tt A O Pa 2 tt se A y ñ NUCNA ES YX OS EOL eS INIA Dos PAI A A SS : III, EA 5 XXVII Del espiritu con que servimos á Dios: el no servirle con afec tos de hijos es grande impedimento para la perfec- ción, bienes que trae al alma la dulce persuasión de que Dios es nuestro Padre. N/A AY La Y 1 estimada Teófila: Si lo prometido es deuda como dice el proverbio, yo debo pagarte la que tengo contr: aida c ontigo hace ya tiempo, cuando prometí hablarte de algunas devociones que pueden influir mucho no sólo en el progreso ó atraso espiritual de un alma, sino hasta en su manera de ser y de obrar como cristiana. Para más adelante reser- yaba yo este asunto; pero supuesto que de él me ha- blas y de él me pides que tratemos, comenzaró hoy mismo á satisfacer tus deseos, para que veas ser muy cierto que al buen pagador no le duelen prendas. Dicesme con una comparación harto expresiva, que «el tren en que viajas para el cielo, no puede sa- lir dela estación en que entró largo tiempo há. La campana suena: el grito de ¡viajeros al tren! se oye á cada paso; la máquina silva, humea y hace desespera- dos esfuerzos para arrancar; y sin embargo, no sali- mos de la estación. ¿Qué nos detiene? ¿Por qué no