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O 188 que nadie nos puede quitar. Los bienes del mundo caducos y deleznables, que á lo mejor perecen y se acaban, búsquelos quien los quiera, que nosotros los despreciamos. Quédese para el necio el engañarse con el falso brillo del oropel que reluce entre las pompas y vanidades del mundo, que nosotros como sabios sólo apreciamos el oro dela virtud. Quédese para los ciegos hijos del mundo el vivir entre las tinieblas de lúbricos placeres, que nosotros como hijos de la luz, aspiramos á vivir entre los resplan- dores de la santidad. Quédese, en fin, para ellos el despreciar el tesoro del tiempo, cuyo valor no cono- cen, que nosotros hemos de procurar emplearlo este año mejor aún que el año anterior. Sí, Teófila mía: entra en este año con grandes de- seos de aprovecharlo bien y de hacerte santa. Co- miénzalo, dándole á Dios infinitas gracias, por los beneficios que te ha hecho en el año que ha pasado, y pidiéndole perdón de las ofensas con que has co- rrespondido á sus favores. Y si recuerdas haber dado mal ejemplo en alguna parte, ó habe, estado sin re- yerencia en algún templo, ve hoy mismo á reparar con tu buen porte el mal ejemplo dado, y pasa toda la tarde, si puedes, delante del Santísimo Sacramento para resarcir de ese modo las faltas de respeto y ve- neración que hayas cometido en las iglesias. Y como este año es preciso empezarlo con mucho fervor; mira cuál es el acto de virtud que más repugnancia te cuesta practicar, y practícalo hoy mismo, aunque sea un acto de humillación grande, aunque sea re- conciliarte con tu enemigo, 6 pedirle perdón á cual- quier persona que sin motivo se crea de tí ofendida. Y puesto que el nuevo año se ha entrado ya por las puertas, no quiero terminar la presente, sin cum- plir un deber de cortesía, felicitándotelo con toda mi alma. Pásalo, pues, santamente; sea para tí un año feliz y dichoso, tan dichoso y tan feliz como te lo desea tu afectísimo Padre, Fr. AMBROSIO.

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