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183 que se deslizan apresuradas por la corriente abajo de un río caudaloso: ellas van á senultarse y á perderse en la inmensidad de los mares, y nosotros vamos á hundirnosirremediablemente en el abismo sin fondo de la eternidad. Y así como cada ola pasa una sola vez por la corriente del río y no vuelve á pasar más, así también nuestros días y nuestros años pasan rápi- damente y no volverán jamás. Esto as lo que hace irreparable la pérdida del tiempo; que por más que nos esforcemos, nunca po- dremos reparar un solo día ni un solo minuto mal empleado. Aunque yo comience á vivir desde hoy tan santamente como nuestro Seráfico Patriarca; aunque yo aproveche el tiempo que me resta de vida de tal modo que ni un solo instante se me pierda, no por eso recuperaré jamás el tiempo mal empleado. Obrando de ese modo haré muy bien; pero no podré reparar el tiempo perdido, ni podré hacer que los días pasados tornen á venir para aprovecharlos san- tamente. El buen empleo de los días que me quedan de existencia en este mundo, podrá sacarme del abis- mo en que me precipitó el mal empleo de los días que pasaron: pero no podrá hacer que aquellos días vuelvan otra vez, ni que el tiempo perdido no seque- de perdido, ni que yo me vea privado de la gracia que entonces pude adquirir, y de los méritos que con aquella gracia pude ganar, y de la gloria que por aquellos méritos me darían. ¡Oh Dios! ¡y qué pérdi- da tan diena de ser llorada! Con cada uno de los instantes que he perdido en este año, pude ganarme un grado de gracia: con cada grado de gracia algu- nos de merecimiento, y con cada grado de mereci- miento muchos de gloria. Pues¿cuánta gloria, cuán- to mérito, y cuánta gracia he perdido en los miles de millares y acaso en los millones de instantes que he perdido en este año que acaba de transcurrir? Y haciendo estas reflexiones, ¿habrá quien tenga pa- ciencia para sufrir el lenguaje que hoy se usa en el

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