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bieras adquirido oíro de gloria, hoy tendrías ya merecida más gloria que la que poseen muchos San- tos en el cielo. Por eso vuelyo á preguntarte, como Padreespiritual interesado en el aprovechamiento de tu alma: ¿De qué modo has empleado el año que aca- ba de pasar? ¿Cómo quisieras tú hoy haberlo emplea- do? Estas preguntas me lleyan directamente á hacerte algunas reflexiones sobre la necesidad que tenemos de aprovechar bien el tiempo; y sobre eso voy á es- cribirte hoy, dejando para otro día los asuntos que tenemos pendientes, pues para todo habrá tiempo con el favor de Dios. Y si bien lo consideras, amada Teófila, nada más propio y natural que esto en las presentes circunstan- cias; que el comerciante, al fin del año es cuando se toma cuenta á sí mismo, mira cómo yan sus negocios, y hace el balance deloque ganó ó perdió, investigan- do las causas de sus pérdidas y ganancias, para evitar aquellas, y fomentar estas. Pues comerciantes en perlas y negociantes del reino de los cielos somos nosotros, según nos llama en el Evangelio nuestro Divino Salvador; y por lo mismo es preciso que haga- mos balance y ajustemos nuestras cuentas, no sea que en yez de ganar, vayamos perdiendo el poco caudal de virtud que tenemos, y en la última hora nos vea- mos con las manos vacías, sin tener con qué adquirir la corona inmortal, que sólo concede Dios á título de recompensa, como premio de los sacrificios hechos y de los méritos contraídos. Pues el factor principal en esas cuentas, el que determina ese balance, el que ne- cesariamente da por resultado nuestras pérdidas ó ganancias, nuestra prosperidad ó ruina, es el tiempo bien ó mal aprovechado. ¡Tiempo! ¡qué palabra para un cristiano! ¡Si se meditara bien lo que el tiempo significa y lo que el tiempo vale, de otra manera se portarían los hombres, y otra muy distinta sería nuestra vida. El tiempo vuela, y con él vuelan también nuestros días con rapidez asombrosa, como las olas

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