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155 giosos y religiosas, esclavos de pequeñas pasiones, que los apartan de la perfección que pide su estado; cuan- do veo los confesonarios cercados de tanta beata par- lera y murmuradora; cuando las observo y veo áunas faltando á sus deberes, á otras encaprichadas con sus devociones, á estas buscando su propio gusto hasta en los mismos Sacramentos, y á casi todas dominadas de una mezquina pasión; cuando todo esto veo y obser- yo, no puedo menos de exclamar: ¡Oh Quijotes y Qui- jotas! Todo se os va en pelear con molinos de viento ó con manadas de ovejas, mientras que al verdadero enemigo, á la pasión dominante, la dejáis en pacífica posesión de vuestros corazones. Estas desgraciadas almas á que aludo creen marchar por un camino de perfección, y no hay tal cosa; van por un camino tra- zado, no por Dios, si no por ellas mismas, y por eso Dios no va con ellas; las guía, no el Espíritu divino ni el ángel de la santidad, sino su genio maléfico, su pasión dominante, y por eso dan tan espantosas caídas. Por lo dicho entenderás la necesidad de combatir esa pasión; 4 combatirla, pues, directamente, Teófila mía, que sin ese combate, aunque hicieras mucha ora- ción, y aunque tuvieras éxtasis y revelaciones, y aun- que hicieras muchos milagros, para mí no serías más que un Quijote místico, y esto fuera gran lástima. ¡Animo, pues, y á ponermanos á la obra, que en la vida espiritual lo más difícil se onvierte en fácil me- diante una resolución pronta y enérgica! A tomarla, pues, y á ponerla en práctica de seguida. No te des- cuides en este punto, que aquí cualquiera dilación te podría ocasionar pérdidas muy considerables. Adiós, y hasta otra. Una Salve siquieraá la Madre del Amor hermoso por tu afectísimo Padre, Fr. AMBROSIO.