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131 á frente, con actos directamente opuestos. Asi, por ejemplo, las tentaciones de vanidad, soberbia y orgullo hay que vencerlas con actos de humildad; las de ira y venganza, buscando ocasión para hacer algún favor ó prestar algún servicio á la persona que nos ofendió, y así de las demás. Yo tuveen mi juventud un amigo virtuosísimo muy tentado de la gula; y para vencer dicha tenta- ción llevaba siempre en el bolso algún dulce, el cual pasaba de vez en cuando por delante de sus labios, para hacer la tentación más violenta y su victoria más heróica. Y no contento con esto, se metía en la boca un poco de acibar ó de otra substancia amarga para mortificarel paladar en memoria de la hiel y vinagre que dieron á Jesucristo en la cruz. Este sabía bien cómo se habían de combatir y vencer esta clase de tentaciones. Voy á terminar ésta, contestando á tu última pre- gunta sobre lo que hemos de hacersi, 4 pesar de nuestra vigilancia, tenemos la desgracia de caer en tentación. Esto es muy sencillo, Teófila; si la caída es leve, no hay más que levantarnos, sacudirnos el pol- vo, y proseguir nuestro camino, mirando dónde po- nemos los pies para no volver á tropezar; pero sl la caída es grave y nos causó profunda herida, no queda otro recurso que ponernos en cura, bajo la dirección deun médico espiritual, docto y caritativo, hasta recobrar la salud; y una vez recobrada, emprender de nuevo la marcha, y pelear briosamente con el enemigo, para resarcir con una victoria gloriosa la derrota pasada. Nada más por hoy. Adiós, y no dejes de rogar por tu afectísimo Padre, Fr. AMBROSIO. CARTAS Á TEÓFILA 10
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