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116 haciéndolas siempre por Dios, y nunca por gusto, aunque las hagas con gusto, que no es lo mismo. Aquí conviene recordar lo que te dije al princi- pio de nuestra correspondencia sobre el atractivo es- piritual, considerado como signo de adelanto en la virtud, porque ese atractivo es el que hace gustosas y delertables, obras que de suyo son repugnantes á la naturaleza. Unos sienten atractivos por los pobres, otros por los enfermos, otros por la soledad, otros por la penitencia y otros por una devoción particu- lar. La devoción del Corazón de Jesús con su pode- roso atractivo, fué la que santificó á la B. Margarita Alacoque; la del Santísimo Sacramento á San Pas- cual Bailón, la de la Pasión á Santa Verónica de Juliani; la de la Virgen á San Alfonso Ligorio; y lo mismo pudiéramos decir de cada Santo en particular. Todos tuvieron una devoción 6 práctica especial, que formó sus delicias, y con ella se santificaron, sin que á ninguno se le ocurriera dejar aquella devo- ción ó práctica, porque hallaba gusto en ella. Lejos de eso, tomarón aquel placer purísimo por indicio de que aquel era el camino por donde Dios quería llevarlos, y por él llegaron á la santidad. Con que Teófila, á evitar la exageración que destruye el buen sentido, á obrar en conformidad con las bue- nas inclinaciones que Dios te ha dado, y á ver side ese modo llegas á ser tan santa como desea tu afectí- simo Padre, Fr. AMBROSIO.

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