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XV La mortificación: su necesidad, conveniencia y dignidad, ennoblece al hombre. Cómo debe practicarse anterior y exteriormente. s cierto y muy cierto, carísima Teófila, que > la mortificación es una de las alas con que el alma se remonta á las alturas de la perfección y dela santidad, ya se considere á la mortificación como preservativo del pecado, ya se la mire como penitencia y castigo de faltas cometidas. El pecado noes más que una infracción voluntaria.de la ley divina, hecha ordinariamente por tomarnos UnA Sa- tisflcción ilícita. Pecando nos apartamos de Dios, Bien sumo, por hallar en las criaturas ó en nosotros mismos un deleite prohibido: alucinados por las pa- siones trocamos el bien por el mal, el Creador por la criatura, el cielo por el infierno, y nada más puesto en razón que castigar con una pena á la carne, que, pór gozar un placer miserable, nos causó tan espan- toso mal; y aquí tienes la explicación-racional de la penitencia, de esa penitencia que tanto asombro causa á los modernos racionalistas, que se llaman así por un contrasentido. Pero no es este el concepto bajo

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