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94 ¿Quién no se extremece al recordar el llanto de San Antón, sobre aquel discípulo, de quien dijo: «Hoy ha caído una columna de la Iglesia! ¿Quién no tiembla con lo que dice San Juan Clímaco de aquel monje que, siendo lleyado en manos de ángeles, vino después á revolcarse enel lodazal de la impureza? y porque no creas que faltan ejemplos modernos, yo te aseguro queen mis días he visto tronchados los ce- dros del Líbano y deshojados los lirios de Zabulón; he visto caídas en la impureza almas de cuya virtud dudaba menos que de la tuya. Te digo esto para que no fies de tí misma y obres tu salvación con temor y temblor, como dice el Apóstol. Que Dios te dé para ello gracias tan copiosas como para ti le pide tu afec- tísimo Padre, Fr. AMBROSIO.

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