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74 LA VIDA RELIGIOSA ser la virtud de la religión personificada y puesta siem- pre en ejercicio; el nombre que, al pronunciarlo los la- bios de quien lo lleva debe dejar en ellos una dulzura más grata que la miel de los panales; el nombre, en fin, que debe servir de espejo al que con él se engalana, para mirarse en ese espejo y consultar con él los defec- tos que le afean y las cosas que le embellecen. Este nombre viene del verbo latino religare, que significa volver á ligar una cosa, porque la religión nos liga á Dios con nuevos lazos y de nuevos modos, y asi se llama religioso el que está ligado á4 Dios con nuevos vinculos, con nueva y amorosisima lazada. El hombre ligado naturalmente por su origen con Dios, su Crea- dor, lo estaba también sobrenaturalmente por la gra- cia con que Dios le había enriquecido; pero el poder de la voluntad humana es tan tremendo, que el hombre pudo romper, y rompió de hecho, los lazos sobrenatu- rales que le unían con el Eterno. Roto este vínculo y separado de Dios por la culpa, fué necesario en cierto modo que el mismo Dios se humanara y se hiciera hom- bre, para redimir al hombre y volverlo á unir consigo, anudando el lazo que en mal hora el hombre había he- cho pedazos. Mas este nuevo lazo de la redención de Cristo rómpelo con harta frecuencia el cristiano ingra- to, por nuevos y repetidos crímenes que le apartan de Dios y de aquí la necesidad que tienen todos los fieles de hacer nuevos esfuerzos para ligarse otra vez con Dios mediante la gracia misericordiosa de Jesucristo, que á nadie se niega; y en hacer esos esfuerzos por li- garse de nuevo á Dios, cuando de Él se aparta el hom- bre, y en tener cuidado de que no se rompan ni aflojen los lazos que con Dios nos unen, consiste, como vulgar- mente se dice, tener religión y practicarla. Péro hay en el mundo cierto número de almas di- chosas á quienes da Dios una luz especial para conocer-
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