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Ó CARTAS .Á SOR MARGARITA 67 religioso, que esas dos solas palabras nos darán matetia para hablar mucho y bueno. Aquí es casi necesario emplear un método escolás- tico para fijar con precisión las ideas y no divagar inú- tilmente. Muchas personas que han abrazado el estado religioso, apenas conocen lo que han abrazado, casi no saben hablar de su propio estado, tienen de él una idea tan confusa, que apenas lo conocen más que en conjun- to; y esto hace necesario el análisis del asunto, defi- niendo cada cosa de por sí y explicándola con clari- dad para que los pensamientos y conceptos resulten claros y completos. Definamos, pues, nuestro estado. El estado religioso es una forma ó manera de vida estable, aprobada por la Iglesia, y abrazada por cier- to número de fieles, que sejuntan en comunidad, para saminar á la perfección cristiana, mediante los votos de obediencia, pobreza y castidad, hechos ó emitidos según la Regla. Se dice forma ó manera de vida estable, para indi- car una de las excelencias del estado religioso, la cual consiste en esa estabilidad y fijeza en que pone al hom- bre, librándole de sus veleidosos caprichos y de su inconstancia propia. El religioso, propiamente tal adop- ta un género de vida que ya no cambia, una manera de ser. que ya no muda, obligándose á vivir siempre religiosamente; obligación que es para él una fuente de merecimientos y de felicidad; porque con ella se emarcipa del mundo, rompe su pesado yugo, ese yugo que agobia con su peso á los hijos de Adán, y se libra de las seducciones, vanidades, pompas y exigencias de un siglo corrompido. El impío y moderno liberalismo en su odio solapa- do á la Religión, y en su afán de nivelarlo y confun- dirlo todo, ha equiparado el estado religioso con un oficio ó un cargo cualquiera, considerándolo como tal;

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