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Ó CARTAS Á SOR MARGARITA 65 menos. ¿Adónde estaríamos ahora nosotros, si la estre- lla de la vocación no nos hubiera iluminado? ¡Dios san- to, horror me dá pensarlo! En medio del mundo, entre las tinieblas del siglo, cargados tal vez de familia y cuidados terrenos, siendo quizás el escándalo de la ca- lle, ó el desprecio del pueblo, lejos de esta mansión de. liciosa, y apartados para siempre de nuestra felicidad. ¡Qué pena! Lo dicho, Sor Margarita: si no amamos mu- cho*á Dios y le somos muy agradecidos, no tenemos dignidad; y no hay que darle vueltas! Conque á santi. ficarnos, y no hay más que hablar. Termina el Evangelio la Historia de los Magos, di- ciendo que avisados en sueño por un angel para que no tornaran á verse con Herodes, se volvieron por otro camino á su región; y comentando San Gregorio Mag- no estas palabras, dice que debemos imitar el ejemplo de los Magos, que por un camino vinieron á ver á Cris. LO, y por otro se volvieron á su patria. Nuestra patria, añade el Santo, es el paraiso. Allí nació la humani- dad, y de allí cayó el hombre por la desobediencia, la rebelión y el deseo de las cosas terrenas; cayó y yi- no á este mundo á pagar su culpa. Si aquí encuentra al Salvador, debe volverá su patria, como volvieron los Reyes, por otro camino. Vinimos del paraiso á este des- tierro, por el camino de la soberbia, y hemos de volver á él por el de la humildad; vinimos por el camino de los deseos mundanos, y es menester volver por el del menosprecio de lo terreno; vinimos por el camino de los deleites, y es necesario volver por el de la mor tificación; vinimos, en fin, por el camino de la pro- pia voluntad, y es preciso tornar por el camino de la obediencia santa. Que no olvides esta doctrina del Cie. lo; que camines por estas preciosas sendas de la vida religiosa, y que ruegues por tu afmo. P. en Cristo, Fr. A.

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