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MAA 54 LA VIDA RELIGIOSA dida, si perdición pudiera llamarse el vivir 4 solas con Dios en las desconocidas regiones del espíritu; y en fin, que si tengo alguna otra consideración que hacer- te parecida á la del huerto cerrado de la Escritura san- ta, no deje de escribirtela pronto, porque te es alta- mente provechosa. Al leer estas palabras de la tuya, me acordé que en los Libros sagrados se da al alma devota el miste- rioso nombre de Viña del Señor, y me propuse escri- birte sobre este punto, á ver si sacas de él tanto fruto como del pasado. Desde que lo pensé, siento rebullir en mi mente un montón de ideas y textos bíblicos que luchan por salir 4 luz, y están llamando á las puertas del entendimiento, para que les abra y les dé salida; y, como si estas ideas fueran niñas mal educadas, mueven tan ingrato ruido, pidiendo todas ellas ser las preferidas, que aunque quisiera buscar el sueño, me sería imposible hallarlo, mientras me quede en la ca- heza uno de esos bulliciosos pensamientos; por lo cual se me hace forzoso trasladarlos á este papel para re- ereo tuyo y descanso mio. Aquí tienes explicado de paso, el verdadero motivo de ponerme á escribir tan á deshora, y quiero que lo Sepas, para que no me agra- dezcas la mala noche que voy á pasar, redactando es- ta carta. Ya te he dicho que en los libros santos se da el nombre de Viña del Señor al alma devota, lo mismo que al pueblo escogido; mas para nuestro propósito conviene que consideremos á nuestra Religión como viña plantada por Jesucristo; á nuestro monasterio co- mo bancal ó departamento de esa viña hermosa; y á nosotros como plantas en él criadas y cultivadas. De ellas, como de la casa de Israel, habló el Profeta Isaías, cuaudo dijo, refiriéndose al Salvador: “Tuvo mi ama- do una viña en un collado muy fértil, y la cercó con
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