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Mo e lg ei 44 LA VIDA RELIGIOSA y poco á poco se obstruye el canal, y el agua se despa- rrama, y las flores se marchitan, y el jardin se seca, y el Amado nos reprende, y se aleja de nosotros, y no vuelve hasta que ve de nuevo lozano y floreciente el jardín de sus amores. ¿No es ésta, Sor Margarita, la historia compendia- da de muchas almas religiosas? ¿No es acaso también la tuya? ¿No se han secado nunca en tu vergel las flo- res de las virtudes? ¿Y ahora, cómo lo tienes? ¿Está florido, de modo que pueda pasear por él el Amado de tu alma? Pues entonces, sigue cuidándolo, ten muy limpios los canales por donde corren las aguas de la gracia, y aparta con esmero todo impedimento que pueda interceptar ese canal misterioso por donde co- rren las gracias, desde el Corazón de Jesús hacia el nuestro. Porque, si te descuidas en este punto, si haces poco caso de cosas pequeñas, si ves tus imperfeccio- nes y dices, eso no es nada; entonces por ese camino llegarás 4 donde no quieres ir, verás tu vergel agosta- do, y Jesús te dirigirá con muchisima razón aquella queja que tánto te estremece: Viña querida, yo te planté de sarmientos escogidos, ¿pues cómo te has he- cho viña depravada, que produce frutos amargos para micorazón? Mas, sipor desgracia te encontraras ya en este caso, ¡ay! entonces sería menester regar las flores con lágrimas y empezar otra vez de nuevo. Cuando un alma religiosa, por hacer poco caso de cosas pequeñas ha venido á caer en cosa grave, esta saída causa en ella tanto estrago, que no se puede bien ponderar. No sólo pierde con eso la gracia y amistad divina; no sólo ofende á Dios y pierde el derecho que tenía á la herencia del Cielo; no sól> se hace acreedo- ra al infierno y á tormentos perdurables, como pasa- ría á cualquiera otra que pecara, sino que además pier- de la paz interior, la libertad de espíritu, la alegría

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