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Y ARRULLOS DE PALOMAS 449 Cuando yo ¡Jesús de mi alma! ya espirante te vea envuelto en una nube de gloria, y tus labios de rosa se abran y con acento indefinible pronuncies el Surge amica mea, columba mea, et veni. Veni de Libano, sponsa mea, dabo tibi coronam pro cinere... ¿qué haré yo enton- ces, vida mia? Libre del peso del cuerpo, me arrojaré á tus pies divinos, y tú, levantándome con amor, me acercarás á tu pecho, y posando tus labios sobre mi frente, estamparás en ella el ósculo de eterna paz, que tanto ansío. ¡Ay qué venturoso instante: ¡Qué momento tan de- seado, en el cual aspire yo tu aliento, más puro que la brisa del mar, más perfumado que el cáliz de la azuce- na... y purciba los latidos de tu corazón amante... y el himno de las vírgenes, hiriendo mis oidos con celeste melodía, entonando el Veni, sponsa Christi, accipe co- ronam quam tibi Dominus praeparabit in aeternum! ¡Ay Amado mio! entonces... yo seré tuya y tú mio! ¡Muerte! ¿por qué te tardas? ¿por qué no vienes? ¿en qué celda me hallarás? ¡Oh celda, celda mia! futu- ro testigo de mis celestiales bodas, dime: ¿eres tú por veritura el teatro donde se va á representar tan gloriosa escena? ¿Llegaré yo ¡pecadora de mi! á gozar en tí la dulce presencia de mi Amado? ¿Me trasladará El desde la estrechez de tus muros á su anchuroso Palacio? ¡Sí! yo en El espero, y no será confundida mi esperanza. 92

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