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144 FLORES DEL CLAUSTRO yes tú el obstáculo que de tí me separa? ¿Le queda á mi alma mucho tiempo que peregrinar en la tierra? Si así fuere, corred, días mios, volad, años: desapare- ced y llevadme presto al término de mi destierro! Mas ¡no, Dios mio, no! perdóname esta exaltación momentánea, que no puedo detener mis impulsos, cuando contemplo la hermosa patria mia. ¡Oh! cuánto anhelo el poderla gozar! Pero si tú, Dios mio. me quieres aun peregrina en la tierra, tuya soy: y siendo tuya ¿qué he de querer yo, sino lo que tú quieres? Te agrada verme aquí, peregrinando en la tierra? ¿Te gus- ta 0irme suspirar por unirme á tí, Dios mio? ¡Pues á peregrinar, alma mia, por este destierro que se llama mundo, sin tregua ni descanso! A navegar, alma mia, por ese golfo encrespado de la vida humana noche y día Pero dirígeme tú, Dios de mi corazón, para que mi alma, cual ligera navecilla, se deslice serena sobre sus bravas olas. Dirígeme tú por la estrecha senda que ha de conducirme á tí; en ella sé que hay abrojos y espi- nas.... y es preciso hollarlos..... ¡los hollaré con mis plantas! mas cuando el dolor llegue á mi corazón y arranque lágrimas á mis ojos, haciéndome vacilar... ¡oh Dios mio! entonces haya en tu corazón divino una gota de consuelo para el corazón de tu sierva.
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