BCCPAM000540-5-07000000000000
424 FLORES DEL CLAUSTRO que se fatiga y me exige que de aquí me aparte, para dormir. Si al menos mi lecho pudiera ser tu altar. y yo pudiese pasar la noche de rodillas apoyada mi frente sobre la dorada puerta de tu prisión de Al pensar que tengo que abandonarte, fijo mis ojos en esas lámparas, y de su constancia fiel siento celos... ¿Qué no pueda yo hacer lo que practica ese mísero instrumento? Ellas permanecen noche y día constan- tes en tu divino acatamiento, enviándote sus débiles y suaves resplandores, esparciéndose más y más en el silencio y soledad de la noche, cuando los mortales te abandonan.... ¡Émula tuya soy! ¡lámpara humilde! ¡yo envidio tu dichoso destino! ¡yo quiero que mi vida se consuma, como se consume la tuya, ante la soberana presencia de mi Dios! ¡Sí; yo quiero que mi vida se consuma de amor constante, como la tuya: tú le acom- pañarás con tus misteriosos resplandores, y yo de rodillas con mi ser entero, ardiendo ante el Sagrario, sin eclipses, cual tú, luciendo siempre. Pero ¿qué mágico poder es el que aquí me detiene? ¿qué poderoso imán tienen estas rejas, desde donde te contemplo, oh Jesús mio? Al hacer ademán de sepa- rarme de tí, parece que brota de ese Sagrario una voz dulcisima y melódica que repite á mi oido: ¿Ya te vas? ¿tan presto me dejas? ¿Yo dejarte, vida mia, cuan- do he hecho mi habitación en ese estrecho pero deli- cioso recinto donde tú moras? Destruye tú ahora, Je- sús mio, destruye esta cárcel en que mi alma está pri- sionera: librame ya de este cuerpo que tantas veces me rinde y me avasalla á pesar mío; y así mi alma se unirá más estrechamente contigo! ¿No lo quieres des truir? Pues.... ¡Adiós, Jesús de mi alma! que no puedo detenerme más: El deber me obliga á sepurarme de tí, y ence-
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz