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408 FLORES DEL CLAUSTRO " peración para la incredulidad! pero qué consuelo para mí, fiel creyente! porque á ese eco misterioso y deses- perante de los sepulcros hace duo otro eco divino y consolador que parte del crucifijo colocado en el altar del Panteón, diciendo: “Yo soy camino y verdad, resurrección y vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y si vive y cree, no morirá eternamente..,, Bendita fe! bendita esperanza! bendita Religión, y benditísimo esposo mio, que la dió al hombre y la en- señó al mundo! Terminado el oficio, hago aJlí mismo el viacrucis con la cruz sobre mis hombros, ó me pongo de inten- to á visitar los nichos, y á estudiar en ellos nuevas lec- ciones. En esta tumba, me digo, reposan las cenizas de aquella niña santa, que era llamada por todas Palomi- ta sin hiel, según refieren los manuscritos del conven- to. Antes de entrar en élse dedicaba 4 consolar los enfermos pobres de su pueblo, procurándoles junta- mente socorros para el cuerpo y auxilios para el alma. Un día cierto moribundo á quien socorría, airado, por- que le habló de confesión, levantó su mano sacrílega y dió tremenda bofetada á la Palomita sin hiel, que á duras penas pudo contener las lágrimas: Con la mejilla amoratada y los ojos llorosos, miró al criminal y le dijo: Hermano mio, y Señor mio: no uno, son dos los bofetones que merezco, por no haber sabido complacer á V., ni-.enseñarle á bendecir y amar á nuestro Padre Celestial! Y le presentó la otra mejilla. El enfermo arrepentido rompió en llanto...; creyó; y murió santa- mente. Ah Palomita sin hiel! Qué lecciones me das! Tú supiste con tu dulzura ganar almas para Dios, y ahora gozarás la gloria de tus conquistas. Esta losa guarda los restos mortales de la que fué

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