BCCPAM000540-5-07000000000000

Y ARRULLOS DE PALOMAS 103 plir esa voluntad divina es ser reinas, y cumplir le nuestra ser esclayas con la más tiránica Y vergonzosa de las esclavitudes; y esa esclavitud la tenemos por cosa indigna de las hijas de tan gran Rey. Por esto ninguna muestra más inclinación á un empleo que á otro; ni pretende esta oficina más que aquella, porque no quieren servirse á sí mismas, sino á Dios; sabiendo que, si por su gusto y voluntad, por pedirlo ó pretenderlo le dan un empleo, en él se sirven á sí propias, no á nuestro Padre celestial: y por lo tanto no merecen premio ni paga por sus servicios sino castigo y desprecio por tener usurpado el puesto que el Rey eterno tenía destinado para otra de sus hijas. Eso, no obstante (confieso mi eulpa y mi falta de virtud), yo siempre he sentido predilección por una oficina, siempre he deseado en mi corazón el cargo de sacrístana, y siempre ha sido la Sacristía mi oficina predilecta. ¡Qué ratos de cielo he pasado en ella! ¡Cuán contenta me pongo cuando allí entro! En aquel her- moso y solitario recinto perfumado siempre con el aroma del incienso hay objetos muy venerandos que han visto desfilar ante sí muchas generaciones de al- mas fervorosas. Al entrar en él me creo siempre tras- ladada á otra región más alta ó en actitud de poder- me comunicar más fácilmente con los seres invisibles. Es tanto lo que habla á mi alma su misteriosa soledad, y tanto lo que me atrae, que muchas veces me en- cuentro en ella, sin saber cuándo ni por dónde entré, cual si allí hubiera ido dormida, y después de algún tiempo me hubiera despertado. De las tres ó cuatro épocas de aridez que he tenido en mi vida, religiosa, ninguna ha sido estando ocupa- da en la Sacristía; y creo que ninguna sequedad, por grande que sea, resistiría á un día de santo recogi- miento pasado en ella, porque su ambiente tiene un

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz