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Y ARRULLOS DE PALOMAS 393 A veces le canto con los serafines cantares amoro- sos, y á veces lloro con El las ingratitudes de los hom- bres. ¡Dulce Esposo mio! ¡tan inocente y tan mal trata- do! ¡tan bondadoso y tan perseguido! ¡tan justo y tan calumniado! ¡tan amable y tan aborrecido! ¿Por qué te trata asi el mundo demente y malvado? ¡Yo quiero desagraviarte! Aquí en mi celda no tengo flores con que adornarte, ni joyas que ofrecerte, ni aromas y perfumes con que brindarte; pero tengo un corazón para quererte, un corazón que sólo por ti late, y con sus latidos quiero desagraviarte y calmar tu justa indignación. Yo quiero desenojarte con mis amores y sacrifi- cios: aquí me tienes, amor mio, aquí me tienes dia y noche hecha tu esclava, ansiosa de reparar las in gratitudes de mis hermanos los hombres; tú ves mi corazón, tú penetras mis entrañas, tú lees en el fondo de mi alma y sabes que digo verdad. Pues bien; si esta esposa que por tí vive prisionera de amor tiene derecho á pedirte algo; si puede prome terse algo de tu cariño infinito, te pide el perdón de los pecadores y su pronta conversión; te pide que llenes la tierra de esa luz y ese fuego en que arde tu corazón. ¡Piedad para el mundo malvado! ¡perdón para los pecadores! ¡piedad para los perseguidores de la Religión! Y si alguna vez has de castigarlos, manda á los ángeles de guarda delante del castigo para que salven de él á los pobres é inocentes hijos de los que nos aborrecen y se llaman nuestros enemigos!.... Esta es mi celda y estas son en ella mis ocupacio- nes: hablar con mi crucifijo y orar por el mundo que nos desprecia sin conocernos y nos aborrece sin motivo.

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