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Y ARRULLOS DE PALOMAS 373 de ser santa. Segníales un cerco de rosas encarnadas, diciéndole á Jesús que todo aquello se convertiría en amor suyo. Sobre éste descollaba otro de claveles, y así iba significando cuanto deseaba ó sentia, para que las flores se lo dijeran por mí al Amado de mi alma. Cuando dominaba mi genio Ó vencía en silencio mi amor propio, adornaba el ramo con hojas de laurel, simbolo de la victoria; y cuando lograba corregirme bien de algún defecto, lo significaba poniendo medio caído en el ramo un palito de pino verde, como dicien- do: ¡Ya cayó otro coloso! Las últimas flores que puse en su altar antes de profesar, fueron el girasol y la siempreviva, protes- tando ¡oh Jesús mio! que siempre viviría para tí y sólo para tí; que tú serías el sol alrededor del cual girarían todos los afectos de mi alma. Pero ¿4 qué entretenerme en contar más menuden cias? ¿Á qué hablar de lo que sólo á mí me importa? ¡Ay, obediencia santa, conténtate con esto y no me exijas más: por piedad, por Dios lo pido! Permíteme dejar en el tintero lo que por mí pasó mientras fuí su Prometida.

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