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] $ | ¡ | H l ' ¡M ) K 3 8 CE AS 346 LA VIDA RELIGIOSA Todo el tiempo de tu vida serás constante en llevarla, sin un día dispensarte de tan dulce y leve carga. Son Cruz las obligaciones, la vida mortificada, ser despreciada de todos, estar postrada en la cama. Son Cruz las tribulaciones que la Providencia manda: ¡dichosa, si las aprecias! ¡infeliz, si no las amas! Con esfuerzo seguirás de tu Jesús las pisadas senda infalible y precis de la Bienaventuranza. Del Adán antiguo es luerza trates verte despojada para vestirte del nuevo en virtud, justicia y gracia. Ya que saliste del mundo ten sus cosas olvidadas; advierte que sin peligro no te es posible el mirarlas. Escarmienta en la mujer del santo Lot Patriarca, que por semejante culpa fué convertida en estatua. No sólo el mundo, también has de olvidar cuanto amabas, si quieres del Rey del Cielo ser esposa regalada Olvida padres y hermanos, olvídate de tu casa, que no serás de Dios digna si algo más que á Dios los amas. Si lo que tienes no dejas con cuanto á tener llegaras, ni tendrás contigo paz ni con Dios tendrás entrada. El amor á lo terreno es mucho más lo que daña ue la posesión entera de su preciosa substancia. En usar de tus sentidos serás prevenida y cauta; no te dejes ir con ellos, que por lo común engañan. Con tus ojos harás pacto de al hombre no ver la cara, porque aquéllos siempre han sido de la muerte las ventanas. Tus oídos cerrarás con espinas ó con zarzas | porque palabras del mundo no turben la paz del alma. De tus labios formarás dos puertas de circunstancias para que en tiempo oportuno puedas abrir ó cerrarlas. Mortifica tus sentidos trayéndolos siempre á raya; no les des lo que te pidan porque es mala su demanda, En el silencio serás continua y ejercitada, porque nunca falta culpa en aquel que mucho habla. S damas un sí ó un no responderás preguntada: quien no refrena su lengua toda su virtud es vana. En cosas que no te importan no preguntes lo que pasa: deja cuidados ajenos para aquellos que los tratan. No andarás por el convento inquiriendo qué hay en casa: atiende sólo á tí misma y hallarás cosas bien raras. Retirada allá en tu celda huye siempre de las gradas, porque las gradas son redes que enredan á las incautas. Mira con horror al torno si algún extraño te llama, sabe que á sus vueltas puedes quedar vuelta y trastornada. El retiro, te repito, la soledad has de amarla, sin esto la Religiosa es un pez fuera del agua. j Huye de la ociosidad, que es de todo mal la causa: las vírgenes necias fueron por tal culpa reprobadas. Estarás en todo tiempo | de algún modo ejercitada, ó6 Magdalena en el coro ó en la oficina hecha Marta. Tu oración será continua pero humilde y reservada: no quieras ser vista en ella porque á Dios no será grata. Ciñe siempre tus costados con la penitencia amarga: sube al monte de la mirra que al Espóso allí se halla.

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