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ARRAA 338 LA VIDA RELIGIOSA para las cuales es una triste verdad aquella definición que un catedrático chusco daba de las monjas, llamán- dolas mujeres de bien que hacen dulces; ó buenas cristianas que viven recogidas en sus casas sin meter- se con nadie de fuera: y dicho está que la religiosa que de sí misma forma teórica Ó prácticamente este con- cepto es flor sin aroma, arbol sin fruto, cosa muy tris- te y lastimosa en el jardín de la Iglesia Santa. Es tan grande el beneficio que Dios hace á una criatura llamándola al alto estado de la vida religiosa: es tan soberana la merced que la dispensa, entresa- cándola del mundo para que le sirva en santidad y justicia todos les dias de su vida, que necesariamente ha de disgustar 4 Dios verse mal correspondido de la que tanto honró y ensalzó. Por eso es un dolor que se contente con ser buena cristiana ó una mujer de bien la que está llamada á ser una santa, una victima con- tínuamente sacrificada en aras del amor divino, una verdadera crucificada, por ser esposa de un Dios Cru- cificado. Esta es la razón que siempre me ha movido á te- ner por cosa necesaria y por empresa digna de yaro- nes apostólicos y celosos de la gloria de Dios trabajar con ardor en la reforma y perfeccionamiento de las religiosas; y en mis pobres oraciones he pedidoal Señor que derrame sobre ellas su espíritu y las envíe algún santo que con su predicación ó sus escritos renueve el espíritu y remedie tanto decaimiento y relajación, como ha venido sobre algunas Comunidades, por la calamidad de los tiempos que hemos atravesado. Para: contribuir á ese remedio con mis pobres fuerzas y mis escasos talentos, he aprovechado los ratos libres de mi atareada vida, dedicándolos á com- poner estas cartas, pláticas ó conferencias que contigo he sostenido por escrito. Bien sé que-las materias en
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