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Ó CARTAS A SOR MARGARITA 331 Por eso la que anda con esta librea de fortaleza y sua- vidad es la que reirá en el día novisimo, la que se lle- nará de gozo no sólo el día que salga de Prelada por haber hecho bien su oficio, sino el día de la muerte, en que oirá aquella hermosa sentencia de Cristo: Alé- grate, sierva fiel, y entra en el gozo de tu Señor. Os suum aperuit sapientic, et lex clementia in lin- gua ejus. Abrió su boca á la sabiduría y puso ley de clemencia en sus labios. Con estas palabras confirma el texto sagrado lo que acabamos de decir; esto es, que la Prelada no ha de ser toda rigor y fortaleza, sino que ha de templar ese rigor con palabras afables y con la ley de la clemencia, lo cual es otro de sus deberes principales. La Prelada que ande siempre cariacontecida, escupiendo sentencias Óó hecha una leona por el convento, no tendrá muy contenta á su comunidad; pero la que es afable, la que abre sus la bios á la sabiduría y cuando habla comienza á echar perlas por aquella boca, palabras cariñosas, encendi.- das en amor divino y en deseos del bien espiritual de todas, esa sí que consigue cuanto quiere, porque sus palabras son saetas que estimulan á la práctica del bien. Por esto dice el Séñor en otro lugar que las pa- labras afectuosas son panal de miel, dulzura del alma y sanidad de los huesos, porque tales frases en boca de los Prelados suelen sanar los males interiores de los súbditos, endulzar Jas amarguras de su alma y ser para ellos panal que alumbre con su cera y dulcifique con su miel. Ten, pues, Margarita, afabilidad y prudencia en las palabras para persuadir y reprender; no añadas carga sobre carga; habla siempre al corazón; rebosen tus labios caridad y celo; ten en tu lengua la ley de la clemencia, y habrás [adelantado mucho para regir bien; sobre todo, si añades á esto lo que hizo la mujer fuerte, que fué considerar las sendas de su casa y no ROA ida MA

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