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o a DT PA e o Ea o DR EE E A 330 LA VIDA RELIGIOSA quien la buena Prelada entrega un cíngulo precioso, no es otro que Jesucristo, y la tela blanca y delicada de que lo hace no.es otra cosa que la santidad y la pureza, el candor angelical y el amor seráfico de los corazo- nes; que éstos y no otros son los hilos con que se teje esa vestidura de Cristo. En tejerla emplearon sus fuer- zas y talentos los Domingos y Teresas, las Claras y los Franciscos y todas los Preladas y Prelados santos que han tenido las religiones. Y vistiendo ellos así con traje de gloria, al Esposo divino, cubriéronse á sí mis- mos de honor y fortaleza, y rieron y gozaron en el día último, comio se escribe de la mujer fuerte: Fortitudo et decor indumentum ejus, et ridebit in die novissimo. Aquí es de notar que el Señor está vestido de for- taleza y decoro, según et salmo 92; y con esa misma líbrea viste Él á la Prelada fuerte que busca en todo la gloria divina y la santificación de sus hijas. Este es otro de los elogios que de ella se hace: el tener forta- leza para oponerse á la relajación, para arrancar los defectos y malas costumbres, para hacer guerra á los vicios, para humillar las soberbias y levantar á las caídas, para recoger á las distraídas y amparar á las desamparadas, para cerrar los locutorios y ahuyentar las visitas tontas, para atajar parlerías y romper car- tas impertinentes, para resucitar la primitiva obser- vancia y restituir al convento su antigua austeridad, el lenguaje de espíritu, los ejercicios de mortificación, el retiro y el silencio, la frecuente oración y la prácti- ca de las virtudes. Pero esta fortaleza que el Espíritu Santo alaba en la Snperiora perfecta no es fortaleza seca y desnuda, sino vestida y acompañada de gracia y decoro, de afabilidad y atractivo; porque la fortale- za sin suavidad se convertiría fácilmente en rigor te- merario que exasperaría á las súbditas; y la suavidad sin fortaleza se trocaría con facilidad en relajación.
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