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14 LA VIDA RELIGIOSA “En el claustro se vive con más descanso y con más seguridad que en el siglo, porque allá todo son inquie- tudes y Zozobras, que si la familia, que si la hacienda, que si la casa, que si el vecino, que si la cosecha, que si la lluvia, que si la sequía, que si la enfermedad, que si el año viene malo .. y así andan llenos de tur- bación, sin tener un solo dia tranquilo; mientras que nosotros todo lo tenemos cumplido, sin haber de pen- sar para nada en el dia de mañana, porque será como el de hoy, sosegado, quieto y hermoso, libre de cuida- dos seculares y de negocios mundanos. ¡Oh qué dicha tenemos los Religiosos! Bien lo echamos nosotros de ver; bien experimentamos en la Religión cuán grande merced sea ésta; porque aquí se encargan los superio- res de proyeernos de todo lo necesario para la comida y vestido, para la salud y enfermedad, para el estudio y los viajes y para todo cuanto hemos menester. De manera que no hemos de acordarnos para nada de esas ' cosas que inquietan y turban la paz del alma, sino que i olvidados de todo lo terreno, sólo hemos de atender al aprovechamiento del alma y á nuestra propia santifi- i cación. , Añade el Santo Doctor, que en el claustro el alma es regada más frecuentemente con el rocío del cielo; porque el mundo es como un árido desierto, donde llueve raras veces; y aquí continuamente nos está ca- yendo la lluvia de la gracia, de las santas inspiracio- nes, de los consuelos divinos y de las dulzuras celes- tiales. Con estas y otras muchas cosas se purifica el alma más pronto, adquiere mayores deseos de perfec- 1 ción, vive con más virtud y muere con más confianza, HH] encomendándose en manos de Dios. Aquí, por último, Y es el alma galardonada con mayor premio, porque los votos, la abnegación de sí misma; y la obediencia sán- ta, multiplican el mérito de las buenas obras que hace-

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