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4] Ó CARTAS Á SOR MARGARITA 317 ¿Mulierem fortem quis inveniet? Procul et de ultimis fini- bus pretium ejus. Una mujer fuerte ¿quién la hallará? Esto es: ¿dónde encontraremos una Prelada de cora- zón valeroso, que cuide muy de veras de la gloria de Dios, de la santificación de su alma y del aprove- chamiento de sus hijas? ¿Dónde hallar esa mujer fuer- te, que tenga valor para humillar á las soberbias, enfrenar á las relajadas, estimular á las perezosas, quitar idolillos y dijes álas aniñadas, las visitas á las parleras, la vagancia por el convento á las distraídas y las familiaridades impertinentes con sus hermanas á las que no las tienen con el Esposo divino en la ora- ción? ¿Dónde hallar esa Prelada, que trabaje, porque descansen sus súbditas; ayune porque coman ellas; aplaque á Dios, cuando esté con ellas enojado y esté pronta á perder la salud y la vida y la honra mundana, si fuere preciso, para cumplir bien su oficio? ¿Dónde encontraremos esa mujer fuerte, que ahuyente de los locutorios á la gente ociosa, queá ellos va á reir y á perder el tiempo con sus hijas; y á éstas las lleve al huerto cerrado para apacentarlas allí con su ejemplo y su doctrina, siendo á un mismo tiempo madre, docto- ra, capitana, maestra, consuelo y guía de sus religio- sas? Una Prelada de esta clase ¿quién la encontrará? En verdad que ha de ser cosa rara y de mucho precio, como traída de los últimos confines del mundo, esto es, del cielo, pues de allá envía Dios ese regalo á las Co- munidades que mucho ama, dándoles por prelada una mujer de su confianza, según añade el texto. Confidit in ea cor viri sui, et spoliis non indigebit. Confió en ella el corazón de su Esposo divino y no necesitará des- pojos. Mucho confía Dios en una Prelada, pues le entrega lo que más ama en este mundo, sus esposas predilec- tas las niñas de sus ojos y las hijas de su corazon; y se A € : ” HALA E E 3 = A e mL O A Za E A O dr A A E ynsMi

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