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A CEA PARA XLVIII LA PERFECTA PRELADA. Mpevora sierva de Cristo: Te empeñas en que he de escribirte largo sobre las obli- gaciones de la Prelada, como lo hice sobre las obliga- ciones de las súbditas, tratando de la obediencia; y te das tan buena traza, que al fin vas á salirte con ella. Tomemos por tipo de la Prelada á la mujer fuerte de la Escritura y fundados en lo que de ella dice el Espíritu Santo, podremos hablar tan largamente como tú de- sens, pues tendremos que comentar el capitulo trein- ta y uno del precioso libro de los Proverbios. Sobre el mismo tema fundó el esclarecido maestro Fr. Luis de León, gloria y prez de las letras españolas, su intere- sante obrita de la Perfecta casada: y pues el asunto no se presta menos á esto que á lo otro, nadie extrañará que del modelo de la mujer fuerte copiemos el de la Perfecta Prelada, título que damos á la presente. Queriendo, pues el Espíritu Santo encarecernos el mérito y valor de una Prelada perfecta, lo raro que es ese tipo y lo mucho que escasea, empieza preguntando;

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