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e ARE "comunidad va de mal en peor. ¿En qué consiste esto? JA VIDA RELIGIOSA hacer la voluntad de Dios manifestada por la obe- diencia. Mucho me temo que por esta causa se pueda decir de alguna Prelada la sentencia de Samuel que va por epígrafe de la presente: Á ésta no la eligió el Señor. Había Dios mandado á este profeta que fuera á ungir por rey de Israel á uno de los hijos de Isaí: llegó y vió al primogénito, hombre de gallarda presencia, y pensó si sería aquél el elegido por Dios; pero el Señor le dijo: No mires á su arrogante estatura, porque lo he desechado, que no juzgo yo como los hombres, pues éstos juzgan por lo que aparece y yo veo el corazón. Se le paso delante Abinadab, lo miró el profeta y ex- clamó: A éste tampoco lo ha elegido Dios. Pues, si con la mirada escrutadóra de Samuel pudiéramos ver el re- sultado de las elecciones, quizás se pudiera decir de alguna Prelada: A ésta no la eligió el Señor, lo cual se- ría desastroso y horrible, por lo que supone y por las consecuencias que eso trae consigo. Merced á ellas, en más de una comunidad he observado un fenómeno es- tupendo: el fenómeno de que cada miembro, aislada mente considerado, sea hermoso; y el conjunto de ellos, la comunidad, el cuerpo que esos miembros for- man, sea deforme y horrible; y estudiando la causa de ese fenómeno paradógico, creo haberla hallado en las elecciones, ó mejor aún, en la falta de indiferencia en las religiosas para no apetecer ningún cargo ni recha- zarlo tampoco. Por falta de esa indiferencia santa he visto comu- nidades en tal estado que moverían á risa si no movie- "an á compasión y llanto. Si se observa á cada monja en particular, todas son de buen espíritu, todas quie- ren lo mejor, todas piden la observancia; y sin embar- go, la observancia no parece por ninguna parte y la

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