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SRRIATIASIACISA ARE IREIDERAIIS TERA DIETER ITA PARTIR E CNCA a an na 306 LA VIDA RELIGIOSA le prohiba hasta las penitencias de Comunidad. ¡Oh! ¡Cuán mal obran las que así se portan! Con esto ale- jan la santidad de los conventos, Se oponen á los de- signios de Dios y atraen males y enfermedades sobre las mismas á quienes quitan las penitencias por temor de que enfermen; porque entonces Dios consigue por este camino de las enfermedades, lo que las criaturas no le dejaron conseguir por el de las penitencias. Así lo vemos en muchos santos. Á Santa María Magdalena de Pazzis le pide Dios el sacrificio de andar descalza; se lo aprueba el confe- sor; la Prelada se opone tenazmente á ello por temor de que enfermara; y el Señor castigó la tenacidad de la Superiora enviando á la Santa una enfermedad que le hincha los pies monstruosamente y tiene que andar descalza 4 la fuerza, porque no hay calzado en el mundo que le venga bien. Á Santa Verónica de Juliani le pide Dios un riguroso ayuno de tres años á pan y agua: se opone la Abadesa diciendo que perdería -el estómago, y Dios castiga la oposición de la Prelada enviando á la Santa unos vómitos horribles que no la dejan parar en el estómago más que pan y agua. otra Santa religiosa le permitió su confesor un cili- cio continuo, porque tenía el convencimiento de ser ésta la voluntad de Dios; enterada la Priora le mandó por obediencia quitá rselo, alegado que aquello podia causarle ana erupción ó inutilizarla para los actos de comunidad: obedeció la súbdita y dos semanas des- pués le salió una erupción herpética en el lugar del cilicio que duró algunos años, y no se le quitó hasta que selo volvieron á conceder de nuevo. De estos ejemplos pudiera yo referirte muchos y recientes que por brevedad omito.. Lo que sí te digo en conclusión es que con esto algunas Preladas se oponen abiertamente á los designios de Dios y ahuyen-

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