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300 LA VIDA RELIGIOSA las atribuciones del confesor. Afortunadamente en Es- paña no han llegado las cosas á ese extremo tan la. mentable, porque la mujer española es bastante sen- sata para conocer que no ella, sino el sacerdote, ministro de Dios y representante suyo en la tierra, es el que tiene gracia de estado y misión especial para dirigir almas al Cielo: y que ella, por más que sea Su- periora, por muy versada que esté en las cosas de espí.- ritu, por muy dada que sea á la vida interior y por mucha práctica que en ella tenga, no tendrá jamás en asuntos de dirección espiritual otro valor que el pura- mente personal, valor casi nulo comparado con el del confesor que tiene representación divina y asistencia del Espíritu Santo para ejercer bien su ministerio; y esto sin contar los años de preparación y estudios que él lleva para ejercerlo, mientras que ella se pre- para ó la preparan para Superiora de improviso por medio de un nombramiento ó unas elecciones: y para la verdadera dirección espiritual, esta preparación y la carabina de Ambrosio vienen á ser lo mismo. Y aquí termino, Margarita mía, dejando abierto el tajo para otra, en la que procuraré aclararte más aún estos conceptos. Acomódate en la del confesor al espí- ritu de la Iglesia, y no olvides en tus oraciones á tu afmo. P. FR. A.

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