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Ó CARTAS Á SOR MARGARITA 11 con su diestra omnipotente no la hubiera roto, para li- brarnos de la esclavitud del mundo, trayéndonos al retiro delicioso del claustro. Por merced tan singular hemos de cantarle siempre el cántico del profeta: Rom- piste, Señor, mis cadenas; yo te ofreceré sacrificios de alabanzas. Estas consideraciones son tan provechosas para despertar en el alma sentimientos de gratitud y amor de Dios, y valen tánto para apreciar los beneficios di- vinos, que á religiosos bien penetrados de ellas los he visto pasear por la huerta y andar por los claustros, besando las paredes y exclamando: ¡Oh benditas pa- redes, de cuántos peligros me libráis! ¡Oh Dios mio! ¡cuántos favores me has hecho sin merecerlos! ¡Bendi- to seas eternamente! ¡Bendito seas! Este cántico de gratitud deben repetirlo muchas veces al dia los labios del religioso agradecido; que él forme tus delicias en el retiro de tu convento es lo que desea tu afectísimo P. Fr, AMBROSIO.

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