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Ó CARTAS Á SOR MARGARITA 273 se desborda y no me deja vivir. Las penas del Purga- torio me cercan por todas partes y no tengo donde guarecerme para librarme de ellas: penas insufribles en lo interior y en lo exterior, en los sentidos del cuer- po y en las potencias del alma; pero penas cruelisimas causadas, á lo que yo entiendo, por los espíritus ma- lignos que, aunque invisiblemente, me rodean por to- das partes, haciéndome experimentar todo el furor de sus iras. El lago de los leones en que fué Daniel metido no creo que sea peor, porque las pasiones se levantan contra mí como lobos hambrientos y los enemigos del alma como leones enfurecidos, haciéndome sentir cosas indecibles que casi me conducen á las puertas de la desesperación. Porque todo eso malo que me pasa inte- riormente, todo lo que allá siento, me dice el enemigo que es cosa mía, que yo lo consiento y lo quiero, que estoy perdida, que Dios me ha entregado en sus manos y que no hay remedio para mí. En fin, Padre, imagíne - se V. R. todos los tormentos, amarguras y tentaciones que pueda; presuma de mí todo el mal y todos los ho- rrores que quiera, que por mucho que presuma corto se quedará. Y lo peor es que de vez en cuando alumbra las tinieblas de mi alma un rayo de luz divina que me obliga á verme delante de Dios tal cual soy; y al des- cubrir en mi alma con esa luz tanta miseria, al verme tan afeada ante la hermosura infinita y tan manchada ante el Dios de la pureza, nueva amargura devora mi alma, y me convenzo de que soy indigna de Dios, de que estoy perdida, de que El me ha abandonado ó me abandonará sin remedio. Vamos, que la tempestad es horrible, la barquilla fragil, las olas furiosas, el viento huracanado, el naufragio inminente y no veo salvación para mi.,, ¡Muy bien dicho, Margarita! No sé si habrás exa- gerado algo; pero yo conozco almas que, si dijeran eso, 18 AA

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