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Ó CARTAS Á SOR MARGARITA 271 venga sobre ella esa tempestad deshecha y busque pa- ra refugiarse el manto de la Vírgen ó el costado de Jesús, sin quejarse, sin muarmurar, sin zaherir ni re. prochar, humilde, paciente, y sin hablar con nadie de sus penas, más que con su Padre espiritual; entonces tiene en su favor la última señal de que es paloma de Jesús. Pero si en esos dias de tribulación pierde la pa- ciencia, se llena de ira, murmura, se queja, zahiere á quien la ofende, busca con quien desahogarse y habla con cualquiera de su mal y de la injusticia que se le hace; entonces ¡malum signum?! ¡mala señal! Esa no es paloma de Jesús, porque no ha buscado para guare- cerse durante la tormenta ni el Corazón de Jesús, ni el manto de la Inmaculada; y á esa se la llevará ej viento y la estrellará el huracán contra una roca. Aquí tienes, Margarita mia, las cinco condiciones que ha de reunir tu alma para ser paloma de Jesús: la pureza de conciencia, la sencillez, no posarte más que en el arbol solitario de la cruz, pasar tu vida en el sagrario, haciendo en él el nido de tus amores y no buscar en los días de aflicción el consuelo de las cria- turas, sino el de nuestra dulce Madre y el del Corazón de Jesús, puerto seguro contra todas las borrascas, castillo inexpugnable á todos los ataques del enemigo y refugio cierto en todas las tormentas de la vida. Mi- rate en este espejo, mídete con esta medida, cumple estas cinco condiciones y serás paloma amante y ama- da de Jesús. Que trabajes por conseguirlo pronto, de- sea muy mucho tu afectísimo P.,
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