BCCPAM000540-5-07000000000000
ra Hao 240 LA VIDA RELIGIOAS jedad en obedecer; á veces se convierte en rebeldía en- mascarada, obedeciendo exteriormente y resistiendo con el interior; y, por último, toma hipócritamente el traje de la virtud y obedece con solicitud, pero por sa- lirse con la suya, por amor propio, por captarse la vo- luntad del superior, para que éste condescienda con él en otras cosas. Defectos son los mencionados que ata- can directamente á la obediencia y debemos estar pre- venidos contra ellos para hacerles guerra á muerte, sin darles jamás tregua ni cuartel, porque de lo con- trario nos exponemos á perder el mérito de la obedien- cia y á ser hojas secas en el árbol frondoso y bendito de la Religión. Ya ves, pues, mi buena Margarita, cuán ancho campo descubrimos desde aquí y cuánto nos interesa tratar bien de este asunto para librarnos de las faltas contra la obediencia santa. Para todos esos defectos hay un remedio común y universal, que es la humildad; porque como todos ellos nacen del espípitu de soberbia, todos se curan con el espíritu de humildad, que es su contrario. Y á la ver- dad, si fuéramos humildes de corazón, no seríamos desobedientes ni tendríamos faltas contra esa virtud; pero la humildad entra por muy pequeñas dósis en la constitución del hombre prevaricador; desde su preva- ricación le es repulsiva la humildad, á pesar de serle muy necesaria; y por eso es menester dársela envuelta en la capa de la conveniencia propia, como se dá al enfermo la quina envuelta en capa azucarada para que la tome sin repugnancia. Vamos, pues, á propinar en esa forma la medicina á nuestra enferma naturale- za, empezando por mostrar cuánto nos interesa librar- nos de los defectos contra la obediencia. Primeramente nos va en ello la paz del alma: el religioso que obedece con perfección está siempre ale- gre y tranquilo; y el que tiene defectos en obedecer,
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz