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== rro — A 234 LA VIDA RELIGIOSA practica la obediencia; de donde se sigue que la obe- diencia es el medio más seguro que tenemos los reli. giosos para conocer la voluntad de Dios y ponerla por obra; la senda más segura para subir al alto monte de la Santidad, el camino más llano para llegar á la per- fección de nuestro estado; y por eso los santos que co- nocían á fondo estas verdades, pusieron tanto cuidado en la obediencia y la cumplían con una exactitud que á nosotros nos parecen exageraciones. Ellos conocían bien el valor de la obediencia, nosotros ignoramos en la práctica el valor de esc tesoro, y de aquí la diferen- cia que hay entre los santos y nosotros. Vamos, pues, á estudiar bien la naturaleza de esta virtud, ya que tan poderoso medio es para hacernos santos. La obediencia es una virtud que inclina el ánimo á obedecer al superior legítimo, como representante de la autoridad de Dios, que ha dicho de ellos: El que á vosotros obedece, á mí me obedece; y el que á vosotros desprecia, á mí me desprecia. Hay, pues, en la prácti- ca de esta virtud algo heróico, grandioso y ennoblece- dor, porque heroísmo encierra el sujetarnos libremente por virtud á otro hombre; y ennoblecedor y grande es hacer ese sacrificio por unir nuestra voluntad á la vo- luntad divina, contribuyendo así por nuestra parte á mantener el orden y harmonía que Dios puso entre Él y sus criaturas; mientras que por el contrario, en la des- obediencia hay algo desordenado, maléfico, abomina- ble, destructor y satánico, que tiende 4 perturbar la maravillosa harmonía que Dios puso en todas las cosas visibles é invisibles. Por eso la desobediencia mina por la base con su rebelión satánica á las Ordenes religiosas; al paso que la obediencia cón su benéfico influjo les da vida, esta- bilidad y firmeza. ¡Dichosa por tanto la Orden cuyos individuos sean obedientes de verdad! y desdichada

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