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228 LA VIDA RELIGIOSA En segundo lugar, porque con este voto ofrecemos á Dios más que con los otros, pues en hecho de verdad, | por el voto de pobreza damos á Dios nuestros bienes y q riquezas terrenas, por el de castidad los bienes corpo- mil: rales y por la obediencia los bienes espirituales del al- ' ma, la voluntad, el juício propio y la dulce libertad, tan amada de los hombres. La pobreza, castidad y 00 clausura son, si se quiere, grandes sacrificios que la 1 religiosa ofrece á Dios; pero la obediencia es un holo- $ causto perfecto, en que se despoja hasta de su libre albedrío, para no tener en la tierra más voluntad que la de sus superiores. Esta obediencia es aquella inmo- 17 HA lación completa que agrada á Dios más que el sacrifi- 13 cio, aquel holocausto pleno en cuya comparación care- ce de importancia á los divinos ojos la víctima degolla- da en aras de la propia voluntad, porque para Dios 10 0 melior est obedientia quam victima, como dijo á Saul el ' i Profeta Samuel. PE La tercera razón consiste en que la nobleza y ex- | celencia de un medio está en relación directa con el valor y aptitud que tiene para conseguir su fin, de modo que tanto más excelente y perfecto será el yoto religioso cuanto más nos ayude á conseguir nuestro fin en la Religión, y claro es que el voto de obediencia, lleva la supremacía en este punto; porque, aunque uno . il haga voto de pobreza voluntaria y de guardar castidad : no por eso sería religioso; y sí lo sería, haciendo voto j de obediencia, según la Regla, porque en ese voto va incluído el de pobreza, castidad, clausura y todos los demás que la Regia abrace. De donde se sigue que el voto de obediencia es el fundamental, el constitutivo y esencial de nuestro estado. Síguese también de lo dicho que la obediencia es el alma y la vida de las Ordenes religiosas; es la savia que vivifica, y mantiene verde, robusto y frondoso el

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