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226 LA VIDA RELIGIOSA ; nos descubre los secretos del cielo, la que acaba con | el estrépito del mundo, la que engendra los buenos E deseos, la que echa los cimientos de la humildad y la j que corona el edificio de la perfección religiosa. En ! 4% ella se une el alma con su Dios, goza la compañía de 1h los ángeles, adelanta en todas las virtudes, se libra de las tinieblas del mundo, es iluminada cón lumbre del PE! cielo y guiada por secretos caminos al alto monte de Mi la santidad. En ella es herida el alma con la flecha del amor divino, se encienden más y más los buenos deseos, se apaga la centella de la ira, se adormecen las otras pasiones, se endulzan los pesares de la vida y nos libra- ueIN mos de la lengua de los mortales. ¿Pero á qué prose. TA guir?. Digamos de una vez que es jardín de las flores Bis EER de Cristo, anhelo de todos los santos, fomento de todos 11-50 los bienes espirituales, escala para subir al cielo y lazo el que ata al alma con su Hacedor. | i Si después de sabidas estas cosas, no haces un es- e fuerzo por gustar los bienes que encierra la soledad, te parecerías, querida Margarita, al pobre que teniendo delante y á su disposición un arca llena de oro, se que- dara siendo un miserable, por no probar á abrirla, 6 por no tomarse el trabajo de romperla. Prueba á vivir siempre retirada, á esconderte en tu celda, á poner tu nido en la soledad y verás como en ella te habla El esposo querido, También en soledad de amor herido. ¡Qué así sea! Adiós, y pide al Cielo por tu afectísi- my mo Padre, Fr. A.

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