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¡Ds LO A O lA | y) a TY) Sl Y, 24 , ARTISTA | IAS AA A A. XXXIII LA SOLEDAD COMPAÑERA DE LA CLAUSURA Elongavi fugiens et mans: in solitu- dine. Me alejé huyendo, y reposé en la soledad. PSAL. 54. 8. =Ñ 277 jY [ SY mia muy amada en el Divino Corazón: A =247 Dices que mi anterior te ha estremec:do, te ha llenado de espanto y te ha hecho llorar, al ver la razón con que me quejo del descuido de algunas reli- giosas y la energía con que reprendo el trato y conver- sación con el mundo. Crees tú que yo no escribiría de ese modo, si la experiencia no me hubiera enseñado que de ahí se originan grandes males para las Esposas de Cristo; y como religiosa prudente y discreta sacas inmediatamente la consecuencia, diciendo que para evitar peligros y remordimientos lo mejor será noir nunca á las rejas, aborrecer el mundo, amar el retiro y huir á la soledad. ¡Qué bien me parece esto! Esto es imitar la cordura del rey David que dice en un salmo. “El temor y el temblor han venido sobre mí; me han cercado las tinieblas, y heme visto precisado á excla-

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