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a A a O XVI tas, quitándoles la hoja seca que afea su verdor, se di.- rigen estas cartas. Así lo han comprendido hasta hoy todas las bue- nas religiosas que las han leido, de las cuales he reci- bido sin merecerlo muchas y muy variadas cartas de felicitación, unas bendiciendo la hora en que para glo- ría de Dios las escribía; otras contándome los frutos obtenidos en sus comunidades con la lectura de las Cartas á Margarita. Todo esto me estimuló á seguir adelante; pues dada mi natural apatía y muchos que- haceres, hubiera dejado la obra incompleta ó 4 medio escribir, si los ruegos de muchas y muy santas monjas no me hubieran obligado á terminar estas cartas, que no tienen de cartas más que el nombre y la forma, pues son verdaderos discursos 6 verdaderas pláticas reli- giosas, con su texto y todo al frente, para que nada les falte; y así tan útiles como á las mismas religiosas les serán á sus confesores, predicadores y directores. Terminadas ya, pues, en la forma que me lo pro- puse, to las ofrezco, discreta lectora, para tu aprove- chamiento espiritual, coleccionadas en este libro que se imprime á expensas de una persona llena de celo por la gloria de Dios y bien de las religiosas. El Índice, que antecede á este Prólogo, y la primera Carta que sirve de introducción, te darán á conocer el caudal de doctrina que en ellas se encierra. Léelas despacio; hazlas frecuentemente objeto de tus meditaciones, y meditándolas, pídele 4 Dios por este pobre hermano tuyo, FR. AMBROSIO DE VALENCINA.