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Ó CARTAS Á SOR MARGARITA 137 siempre cosa muy recomendable en un religioso, por- que amándola, se ama la propia vocación, se cumplen con fidelidad los deberes que ella impone, y se aleja la peligrosa tentación de disgusto ú arrepentimiento de habernos consagrado á Dios. Viniendo ahora á la dispensa y anulación de los vo- tos, ¿qué quieres que te diga? Pues que no le arriendo las ganancias al religioso que la obtenga, á no ser que una razón muy grave lo autorice para pedirla; y si en esa petición se recurre al fraude ó á supuestos motivos, la dispensa será nula. Lo mismo digo del religioso que por su mala conducta obligara á los Superiores á desli- garle de los votos y despedirlo. Es verdad que en ese caso la dispensa sería válida, pero supone la pérdida de la vocación, y eso es cosa muy triste y muy para llorarla. ¡Ay del que da palabra á Dios y no se la.cum- ple! ¡Ay del que pacta con Él, y falta luego á lo pac- tado! porque no en vano dice la Escritura Santa que ofende á Dios el que es infiel á sus promesas. Y añade en el libro de la ley: “Cuando hicieres á Dios un voto no te descuides en su cumplimiento, porque tu Dios te lo demandará, y si lo retardares, te será imputado á culpa. Dios no te obliga á prometer, mas la promesa que una vez salió de tus labios, la guardarás, y cumpli- rás lo que prometiste al Señor tu Dios.,, (Deuter.) Entre las cosas que á Dios hemos prometido ocupa el primer lugar de la escala el voto de pobreza, con el cual renunciamos los bienes de la tierra, para tener el corazón libre y desembarazado de modo que pueda fácilmente volar á Dios; y por aquí vamos á comenzar el estudio de nuestros votos con todo lo concerniente á ellos. Con que á Dios y hasta la otra. No dejes de pedir al divino corazón de Jesús la santificación de tu afec- tisimo P. Fr. A.

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