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A e €. 128 LA VIDA RELIGIOSA importantisimo de la vida religiosa. En este estudio tomaremos por maestros á los dos grandes doctores de la Edad media, y emplearemos el método escolástico que tan utilísimo es para estos casos. Ante todo conviene formarnos una idea clara de lo que es el voto en general, y para ello nada más á propósito que la definición que de él hace Santo To- más de Aquino; hela aquí: El voto es una promesa he- cha á Dios deliberadamente, de una cosa buena, posible de cumplir, y mejor que su contraria. El voto es una promesa, pero una promesa espe- cialísima, que no puede jamás confundirse con los pro- pósitos que uno haga ni con las resoluciones que tome para mejor servir á Dios; es un compromiso solemne en el que se contrae la obligación de cumplir exacta- mente lo ofrecido, bajo pena de pecado; y esa obliga- ción es la que diferencia al voto de las demás prome- sas que el hombre pueda hacer. Es una promesa hecha á Dios; es decir, una acción perteneciente al culto de latría, un acto de adoración suprema, debida sólo á Dios en reconocimiento de su grandeza infinita y del dominio absoluto que” tiene so- bre todas sus criaturas. Sólo á Él se le pueden ofrecer votos propiamente dichos; mientras que á la Virgen y á los santos se les hacen simples promesas, que no tie- nen carácter de voto, sino en cuanto se obligue uno á ellas por el honor de Dios, comprometiéndose con Él 4 cumplirlas bajo pena de pecado. Promesa hecha á Dios; es decir, un contrato cele- brado con la Divinidad, un pacto hecho con el mismo Dios, pacto en el cual prometemos nosotros á Dios grandes cosas, y Él nos las promete á nosotros mucho mayores; que no en vano, cuando hicimos nuestros vo- tos, nos dijo el ministro del Altísimo: “Y yo de parte de Dios, si guardares estas cosas, te prometo la vida

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