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Ps ADAN | Aca DTTPIT LO o ADA ci ED LEAN IBER EIN 1 20 DG CP 126 LA VIDA RELIGIOSA seglares en el mundo. ¡Ven ucá, religiosa necia y des- gr: lada, y más desgraciada que necia! dime: ¿Qué haces? ¿cómo discurres? ¿por qué te engañas de un modo tan deplorable? ¿Qué piensas tú que hiciste con la profesión de tus votos? ¿Qué hiciste, sino adquirir tres alcancías para guardar en ellas los tesoros de la obediencia, de la castidad y de la pobreza? ¿Y para qué te sirven esos trastos vacíos, sino para que se bur- len de ti los ángeles, los hombres y los demonios? ¿Úrees, tontona, que por tener simplemente tres alean- cías para guardar dinero, eres ya rica? Las tienes acaso llenas? ¿Has atesorado mucho? Suénalas y verás que están vacías y suenan á huecas, 6 á lo más pro ducen el sonido de alguna monedilla que tienen den- tro: y después de todo, quiera el Cielo que esas mone- das no sean falsas ó de mala ley, porque si no, ¿qué va á ser de tí el día que se rompa y te halles en cruz y en cuadro? ¡Valiente chasco vas á llevar si no tomas otro camino y atesoras méritos para la eternidad! Dispensa, querida Margarita, que esto no va con- tigo, sino con tu vecina, quiero decir, con otra que se puso junto al lugar que ocupabas en mi mente, al em- pezar el párrafo anterior. Esose queda para ella, yá tí te repetiré las palabras con que comencé la presen te: Riedde Altissimo vota tua! ¡Cúmplele tus votos al Altísimo y cúmpleselos con fidelidad! Para que así lo hagas, quiero hablarte despacio sobre ellos. Si no te parece mal, estudiaremos antes la naturaleza y pro» piedades del voto en general, y después haremos apli- caciones prácticas á nuestro estado. Con esto ya sabes la materia sobre que ha de versar la siguiente, y sólo te encargo que pidas á Dios acierto para que á su ma- yor gloria pueda escribirte sobre tan delicado asunto tu afectísimo P. FR. A.
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